La última obra de Szyslo

Una breve historia de la obra más grande que ha dejado el artista plástico después de su muerte, su recuerdo. Haremos memoria a su trayectoria, así como a los momentos más felices y tristes de la vida de Fernando de Szyszlo, esos momentos que han logrado marcar en sus seres queridos el recuerdo más grato de su persona.

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Fernando de Szyzlo, artista plástico peruano.  Fuente: Archivo La República

La fría tarde del 9 de octubre del 2017 anunciaba la muerte del gran artista plástico peruano Fernando de Szyszlo a los 92 años. Un accidente doméstico le habría quitado la vida a Szyszlo y a su esposa, Liliana Yábar de 96 años. Según el testimonio de un empleado de la familia en el parte policial, la pareja cayó al suelo al resbalar en las gradas que dan a la sala de la casa. El accidente se habría dado aproximadamente a las 16.40 horas cuando acudieron los bomberos al domicilio de la pareja, en el distrito de San Isidro. En el parte de emergencia, los bomberos precisaron que, al llegar, los esposos ya se encontraban sin signos vitales.

Hasta la casa de Fernando de Szyszlo y Liliana Yábar llegaron familiares y amigos, como Patricia Llosa, Morgana Vargas Llosa y el periodista Fernando Carvallo. Así mismo, su gran amigo Mario Vargas Llosa, a lo lejos le dedicó su última columna en el diario El País.

“Fue un gran artista, uno de los últimos, entre los pintores, al que se podía aplicar ese adjetivo con justicia, y una espléndida persona. Culto, entrañable, divertido, leal. Enriquecía la noche con sus anécdotas y sus chistes cuando estaba de buen humor (…) Cuando estaba de mal humor se encerraba en un mutismo de sílabas, una inmovilidad de estatua y se le respingaba la nariz”, recordó así el Premio Nobel de Literatura a su querido Gody, como le decían los amigos.

La confusa muerte del artista plástico también fue cuestionada por Vargas Llosa quien comentaba haber visto enfrentar, con estoicismo, las decepciones, tan frecuentes en la vida peruana que había vivido Fernando de Szyszlo. Pero, hubo una que lo desmoronó y no pudo superar nunca. La muerte de su hijo Lorenzo en un accidente de aviación fue “una herida que sangraba sin cesar”. Sin embargo, tras hablar con Vicente, el hijo mayor de Fernando de Szyszlo, pudo confirmar que todo fue un trágico accidente.


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Abraham Fernando de Szyszlo Valdelomar nació en el distrito limeño de Barranco en 1925. Hijo de Vitold de Szyszlo, científico, físico y diplomático polaco afincado en el Perú, y de María Valdelomar Pinto, hermana del escritor Abraham Valdelomar. Ya de joven, en marzo de 1944, decidió estudiar Arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI Perú), la cual dejaría para seguir su verdadera vocación en la Academia de Artes Plásticas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, bajo la tutela del austriaco Adolfo Winternitz.

El 19 de agosto de 1949, se casó con la poeta peruana Blanca Varela. Su vida juntos comenzó como un juego de chiquillos que no sabían lo que hacían. Se casaron, ella sin vestido blanco, vestida como todos los días, sin invitar a la familia, no porque su relación fuera un secreto o sus familias se opusieran, sino porque ese mismo día a las 4 de la tarde zarparían hacia Paris en el barco ‘Reina del Pacifico’ en busca de un futuro exclusivo en el arte y la literatura.

Con Blanca tuvo dos hijos: Vicente de Szyszlo, reconocido arquitecto, y Lorenzo de Szyszlo, quien fallecería en un accidente aéreo. Este accidente ocurrido en 1996 sería el que marcaría el antes y después en su vida y obra. “Si no hubiese pintado, me hubiera vuelto loco”, sentenció el pintor en el 2015 en una entrevista para la revista Padres, 19 años después de la muerte de Lorenzo, al que le dedicó la pintura “Sol negro II” (1999), un cuadro que estremece y conmueve por su oscuridad, una obra pictórica que expresa que gran parte de su vida había quedado, desde aquel accidente, en tinieblas.

“Perder un hijo es un escándalo, una maldición, una prueba dura de que Dios no existe. Imagínese a Lorenzo: 35 años, lleno de talento, de ganas de vivir… ¡borrado! A su mamá, a Blanca, la mató también…”, dice Fernando de Szyszlo mientras sus ojos se llenan de lágrimas. Decía esto pues Blanca “no duró mucho” después de la muerte de su hijo. Si bien Fernando de Szyszlo y Blanca Varela se habían separado ya varios años antes de que el accidente sucediera, aún permanecía en él un sentimiento, tal vez de culpabilidad. Fernando la consideraba una de las mujeres de su vida, pues llenó una parte, pero no la amorosa. Eran muy jóvenes cuando se casaron. Se sentían muy maduros intelectualmente; sin embargo, emocionalmente eran totalmente lo contrario. No sabían lo que era el amor ni lo que había que hacer para que una relación amorosa crezca. Fernando de Szyszlo era entonces todo un enamoradizo, por lo que había hecho sufrir más de una vez a Varela. Primero con Laura, una mujer con la que experimentó un “tormentoso romance”, así decide llamarlo él en su libro “La vida sin dueño”. Esta mujer que no salía de su cabeza, logró desvanecerse poco a poco cuando conoció a ‘Lila’, su ‘Lila’.

Liliana Yabár y Fernando de Szyszlo se casaron en diciembre de 1988 y junto a ella Fernando descubriría el verdadero amor, arrebatado, profundo, salvaje y sin límites en ningún sentido. Macarena Costa, su nieta, sería testigo de este amor, y nos cuenta que Liliana y Fernando eran muy unidos, que Liliana siempre respetaba el horario de su marido al trabajar, pero como eran casi inseparables, a veces lo acompañaba en silencio mientras leía un libro. Liliana estaba encantada con él, su amor era tan grande que cuando Macarena le empezó a enseñar a usar Whats App, el primer mensaje que Liliana mandó fue: “Gody, ¡eres guapísimo, amor!”, dirigido a Fernando que estaba a solo unos metros en su estudio.

“El amor que Fernando y mi abuela tenían era de esos que solo unos pocos tienen el privilegio de experimentar. Mi abuela no vivía sin él, y él no vivía sin ella.-escribió la nieta en un post muy enternecedor en su cuenta de Facebook. "Y es así que el destino decidió que no podía separar un amor que sólo existe cuando está completo, y se los llevó como más les gustaba estar, de la mano.”


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Fernando de Szyszlo fue indiscutiblemente el artista más célebre del Perú. Además, es considerado como uno de los mayores exponentes del arte abstracto en Latinoamérica, corriente que introdujo en Perú a partir de la segunda mitad del siglo XX para plasmar una temática indigenista. Siempre buscó modos de integrar plásticamente una preocupación por lo peruano, escoltada por los indigenistas, con las formas del arte moderno internacional, en particular la pintura abstracta. Su solución fue articular la imaginería del mundo precolombino con los códigos de la abstracción. Sus obras más reconocidas, expuestas en museos de Nueva York y Madrid, entre otras ciudades, representan con su lenguaje vanguardista y no figurativo mitos y tradiciones del Antiguo Perú, como Inkarri, considerada su obra maestra.

En la década de los ochenta fue condecorado con la Orden de las Artes y Letras en el grado de Caballero por la República Francesa (1981), así como por el gobierno chileno, que le impuso la condecoración Bernardo O'Higgins en el grado de Gran Oficial (1987) y en 2011 recibió la máxima condecoración peruana representada en la Orden del Sol en el grado de Gran Cruz.

Su primera pintura la vendió por trescientos soles en una exposición en la Galería Lima. Seis años después, en 1953, vendió uno de sus cuadros a Alfred Barr, legendario director del Museo de Arte Moderno de Nueva York, para la colección privada de Nelson Rockefeller. Ese mismo cuadro, dicen, lo compró luego John Lennon en una subasta de Sotheby’s, pero lo cierto es que ni el mismo De Szyszlo supo de su paradero.

De Szyszlo fundó, junto con el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y otros intelectuales peruanos, el movimiento Libertad, que buscó sin éxito llevar a la presidencia al escritor en 1990, elección que ganó Alberto Fujimori. Fueron estas ideas que alucen a la vida en busca de la libertad que siempre persiguieron al pintor, que inspiraron el nombre de su libro publicado en enero de este año. “La vida sin dueño”, un recorrido por el siglo XX y lo que va del XXI donde habla de sus relaciones, su vida y el arte. “He tenido la suerte de haber tenido una profesión en la que no había un jefe y nunca he tenido que tener cuidado con lo que decía por temor a ofender a nadie. Toda mi vida he dicho lo que pienso. Eso es la suerte del artista y es a lo que se refiere mi título”, dijo en una entrevista para el portal de noticias Crónica Viva en febrero del 2017.

Fernando de Szyszlo con más de 3.000 obras, deja así una valla muy alta y casi insuperable para el arte peruano y del mundo.




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